Quitarle la tapa a tus sentimientos

Por un momento, vuelve a ser un niño pequeño y recuerda...recuerda a un adulto que no era amoroso hacia ti:

• Un adulto (padre u otro cuidador, maestro, pariente, figura religiosa o algún otro adulto con autoridad) te grita
• Un adulto te invalida.
• Un adulto te ignora.
• Un adulto se burla de ti, te juzga, te critica.
• Un adulto abusa de ti.
• Un adulto te pega, te golpea o te lastima físicamente de cualquier manera.
• Un adulto te abandona.
• Un adulto te obliga a hacer cosas que no quieres hacer.
• Un adulto te usa emocionalmente, te asfixia, te chupa la energía.

...o cualquier otro comportamiento perjudicial, abusivo, transgresivo.

¿Cómo te sentiste?

Si realmente te permites regresar, te darás cuenta del profundo sufrimiento dentro de tu pequeño cuerpo: el sufrimiento que no pudiste permitirte sentir en ese momento porque era demasiado grande para manejarlo.

Así que lo bloqueaste de muchas maneras, desarrollando tu Yo Herido:

• Te decías a ti mismo que estabas equivocado, que eras malo, que era tu culpa que te lastimaran porque pensabas que no merecías ser amado, que tenias defectos, que eras imperfecto, inadecuado e indigno de recibir amor.
• Dejaste tu cuerpo y te enfocaste en tu mente, la cual es adormecida hacia tus sentimientos.
• Recurriste a varias adicciones: a fantasear, a soñar despierto, a la comida (y posteriormente al alcohol), a las drogas, al sexo y a otras adicciones.
• Te convertiste en un "niño bueno", perdiéndote a ti mismo y convirtiéndote en lo que los adultos querían que fueras.
• Te volviste como tus abusadores, abusando de los demás cuando podías.

La vitalidad y la alegría de tu alma se desvanecieron y olvidaste lo que era ser verdaderamente alegre.

Ahora puedes sanar esto con la Conexión Interior. Ahora mismo, vuelve al sufrimiento de la infancia. Pon tu mano en tu corazón abriéndote a Espíritu, invitando al amor y a la compasión por tu pequeño niño con el corazón roto. Encuentra un lugar cálido, empático, delicado y apacible en tu corazón para tu propio sufrimiento. Conviértete en el padre amoroso para tu niño interior; el que necesitabas cuando eras chiquito. Dale a tu niño toda la aceptación que él o ella necesita en este momento. Dile a tu niño la verdad desde tu corazón, permitiendo que Espíritu hable a través de ti:

"Mi dulce chiquito, no fue tu culpa. No había nada malo en ti. No eras malo. Los adultos se desquitaron contigo de su dolor sufrimiento. Estabas indefenso ante ellos. No sabían cómo amar. Por supuesto que tenías el corazón roto. Mi maravilloso pequeño, merecías amor en ese entonces y mereces amor ahora. Espíritu siempre estuvo con nosotros, apoyándonos. Estoy aquí ahora y te amo".

Pasa por tantos recuerdos como puedas, acogiendo el sufrimiento con profunda dulzura hacia tu niño. A medida que cada uno comienza a pasar a través de ti, conscientemente libera el sufrimiento hacia Espíritu.

Al abrirte a tu dolor auténtico y existencial, abres tu corazón a tu alegría y tu capacidad de amar...

Sin embargo, no basta con acoger el sufrimiento del pasado. Ahora necesitas aprender a permanecer presente en tu cuerpo y acoger el dolor inherente al ser humano en tiempo presente. Cada día, las interacciones con personas y eventos pueden ser desgarradoras. Pueden causar soledad, sufrimiento, pena, tristeza, dolor e impotencia con respecto a otros y a situaciones. Si continúas protegiéndote en contra de estos sentimientos dolorosos innatos existenciales, continuarás manteniendo tu corazón cerrado, lo cual mantiene tapada tu alegría, tu amor, tu pasión, tu entereza, tu poder personal y tu libertad emocional.

Descubrirás que acoger tu dolor existencial inherente a ser humano no es tan difícil como lidiar con el dolor herido que creas con todas sus protecciones contra tu dolor inherente a ser humano.

El dolor y la alegría inherentes a ser humanos viven en el mismo lugar en el corazón. Cuando acoges compasivamente el dolor, te abres a la alegría que por derecho de nacimiento te corresponde.